Friday, July 21, 2006

LLORALO VERDE



AQUEL 27 DE JUNIO

Era una tarde hermosa, llena de luz y expectativa y en el Atanasio brillaba el sol de forma intensa pero fascinante.
Empezaba la aglomeración de hinchas, tanto de Nacional como del DIM, la ansiedad se apoderaba de los fanáticos, principalmente de los de INDEPENDIENTE MEDELLÍN, que se encontraban más cerca de la posibilidad de obtener el título más glorioso de la época del club, y si no se trataba del más glorioso por lo menos si era el que más significaría para los hinchas poderosos.
El rojo no se jugaba un simple partido, se jugaba la vida, pues ésta era la posibilidad más clara y contundente para saldar deudas pendientes de clásicos pasados, seguramente con un título como éste se devolvería la fe a los hinchas, pues no hubo nada más satisfactorio, placentero y excitante que dedicar el triunfo a los nacionalistas.
La graderías empezaron a llenarse de manera exagerada, por supuesto, más de hinchas verdes que rojos y se inicia el bullicio vibrante ya acostumbrado, pero en esta ocasión los pregones de la sur y la norte se escucharon con más fuerza, pues en ésta ocasión sí que habían motivos para animar, cualquiera de los dos que obtuviera el triunfo lo celebraría como ningún otro, porque la ilusión de todo hincha y jugador es la de ganarle al rival de plaza.
Salen los equipos, por un lado: “Poderoso, hoy te he venido a ver, ponga huevo hoy no podés perder, te llevamos dentro del corazón...” y por otra parte: “Vamos, vamos mi veerde que ésta tarde tenemos que ganar...”, en fin los cánticos fueron infinitos, pero lo cierto era que en la cancha transcurrían los minutos y el juego no brindaba demasiadas emociones, pues Medellín se limitaba a conservar el marcador que le había favorecido el jueves 24 de junio de la misma semana y nacional se animaba a buscar el partido, pero el orden táctico y defensivo del Poderoso era indestructible esto finalmente terminó confundiendo al verde hasta que se desordenó completamente.
No hubo muchas gambetas, ni taquitos, ni palomitas ni chilenas, el espectáculo visual, fue poco, pero lo cierto fue que en AQUEL 27 DE JUNIO hubo un campeón por adelantado, es decir, que había ganado el primer juego de la final en donde sí hubo “fútbol del bueno”.
A Nacional se le agotaba el tiempo y de forma desesperada intentó vencer el arco que defendía el gran David, pero los intentos fueron fallidos. Las tribunas estaban conmocionadas, el tiempo jugó con todos. Los del verde necesitaban minutos adicionales para intentar meter el gol que los llevara a igualar la serie Y los rojos también fueron esclavos del tiempo e hicieron toda la fuerza para que las manecillas del reloj giraran a su favor, para celebrar, bailar y para por fin gritar: SOY PODEROSO
SOY CAMPEÓN
La espera fue tortuosa, pero el cielo sacó unas de sus mejores prendas y empezó a vestirse de azul y rojo. De forma casi agónica, el árbitro dio el pitazo final que sonó como una dulce canción que decía fuertemente: AQUÍ ESTÁ EL DIM, EL PODEROSO.
En las tribunas comieron, hablaron y se abrazaron aquellos extraños que se hicieron amigos justo antes o durante el partido, pues cómo no celebrar con el vecino si el corazón los une para compartir un mismo sentimiento.
La celebración de acuerdo a las edades, fue un acontecimiento bastante particular: Los jóvenes gritaron y cantaron con toda la energía que el cuerpo les permitía expresar, los más pequeños sonrieron con alegría intensa que dejaron ver en sus ojos y aunque en realidad desconocían la importancia del título, agitaron con toda la fuerza de su corazón las hermosas banderas rojas, y los más adultos, sí, los más viejos, esos hinchas bohemios, seguidores desde la infancia de la historia sufrida y romántica del DIM, dejaron ver sus lágrimas, que se escurrían lentamente de sus ojos y hacían evidente la melancolía de sus almas, quizás sus mentes hicieron un retroceso en el tiempo, en donde los pocos títulos no fueron menos sufridos que éste, pero en realidad el sentimiento era más de placer que de sufrimiento y en medio del bullicio y la celebración poderosa así lo demostraron.
Y de nuevo un corito simpático y tal vez grotesco hacia los hinchas verdes: “El rojo ya salió campeón, el rojo, ya salió campeón, se lo dedicamos al verde...”, éstos respondieron despejando poco a poco las tribunas, pues no tenían intención alguna de ser espectadores del festejo indigente..
“Soy del rojo soy del rojo soy yo” se cantaba constantemente mientras los que hicieron realidad un sueño, daban la vuelta olímpica con una copa hermosa, que aunque no tenía algo que la diferenciara del as demás, era la más linda y la que se recordaría por un buen tiempo.
Las voces afónicas de los pocos hinchas del rojo, se escucharon en toda Antioquia. Los jugadores orgullosamente lucieron la camiseta con una cuarta estrella más grande que las demás.
AQUEL 27 DE JUNIO, fue frenético e inolvidable, no hubo un día en el que llevar puesto ese pedacito de tela azul y rojo fuera tan placentero.
Cayó la noche y la oscuridad que paradójicamente estaba roja, se unió a la fiesta, pues cobijó a aquellos fanáticos que celebraron en las esquinas, en las calles, en las casas y en otros lugares de la ciudad de Medellín y parecía que las estrellas tampoco querían perderse de la celebración, fueron cómplices de los hinchas, cuando suave y especialmente susurraron: Grita el pueblo clamoroso y en muchos rincones de la ciudad, desde los más burgueses hasta los más marginados (sobre todo éstos últimos) respondieron:
VIVA EL DIM, EL PODEROSO

!PASIÓN PODEROSA!












PASIÓN
PODEROSA
“Olé olé olé TE QUIERO ROJO
TE QUIERO ROJO olé olé olé”...

Y es así como se empiezan a experimentar un montón de sensaciones físicas e internas que todos los domingos nos dejan al borde de la locura, jugadas y resultados nos dan placer y sufrimiento, sentimientos fervorosos que no todos tienen el privilegio de percibir.
Muchos consideran que el fútbol no es más que un sucio negocio que agl
omera gran cantidad de masa, otros piensan que es estúpido el hecho de correr largos tiempos tras una bola llena de aire, quizás esa gente tenga la razón, pero casi todos coincidimos o estamos de acuerdo en que el fútbol es la pasión más placentera que existe, un sentimiento extraño, pero que raramente no deja de parecernos fascinante o por lo menos ese es el concepto general que los hinchas del DIM tenemos del “deporte más hermoso del mundo”.
Los domingos desde por la mañana, el pensamiento está preparado psicológicamente para experimentar todo tipo de emociones vivificantes que ponen el corazón a latir más fuerte de lo normal y nos deja la ilusión latente de poder ser campeones una vez más.
Muy temprano en la mañana nos bañamos con una alegría distinta a la de los demás días y ¿cómo no tener motivos para sentir
felicidad? Si domingo tras domino se la juega el poderoso con el único objetivo de poner al hincha a festejar.

desbordada, una amor sin límiteCae el agua sobre la piel, en cada gota, desde la más grande y hasta en la más pequeña, vemos el reflejo de una linda chilena, de un majestuoso túnel y vamos ilusionándonos poco a poco con la posibilidad más cercana de gritar gooooooool, palabra hermosa y de grato significado que sella la meta, el objetivo de eso que es el fútbol.
Con orgullo y amor nos ponemos esa camisa roja, que aunque pobre en estrellas, es la más linda prenda que alguien puede lucir, nos dirigimos alegremente y expectantes hacia el estadio, o a donde los amigos, pues por fin empieza el acontecimiento más sublime del que toda la semana estuvimos especulando y anhelando con el corazón y los pensamientos llenos de grata ilusión.

Salen los once leones poderosos (eso lo leí en alguna parte y lo escribo aquí para hacer homenaje a quien inteligentemente puso ese seudónimo a mi equipo poderoso) y el alma o como quiera que se llame ese espíritu interno, empieza a estremecerse fuertemente, el corazón palpita desmesuradamente debajo de la camiseta dando la ilusión óptica de que el escudo salta constantemente como un hincha más.
Con cada jugada nos divertimos, sufrimos, reímos y pues cómo negarlo: A veces también lloramos, no precisamente de felicidad y es así que día tras día el MEDELLÍN se va convirtiendo en una de las ilusiones más grandes y sutiles que uno puede tener en la vida, ese amor no todos lo pueden entender, pues este no es el equipo más popular, no tiene demasiados pergaminos, no tiene hinchas por montones, pero es una pasión
, una
fidelidad real, es como una fusión extraña entre placer y sufrimiento, esto hace que nuestro fútbol sea aún más especial, de lo contrario carecería de sentido verdadero, pues cómo demostrar el amor si nunca existiera la derrota, cómo pelear con los amigos si siempre se ganara, ¿es el club más sufrido? ¿Somos los hinchas más resignados?, uhm, tal vez sí , pero también es el equipo que brinda las emociones más fuertes. Dolor y alegría hacen de nuestro fútbol una verdadera pasión poderosa que nos ha enseñado a ser los hinchas más valientes, más gallardos, simplemente los más REXIXTENTEX.

En medio de montañas y cerros hermosos, se seguirá pregonando al equipo del pueblo “vamos vamos vamos MEDELLÍN” y así sufriendo y gozando se pasarán los días y seguiremos viviendo segundo tras segundo de cada partido y convirtiendo al ROJO DE LA MONTAÑA, en una verdadera enfermedad, una verdadera alegría, hasta la eternidad seguirá siendo nuestro mayor orgullo, pues nuestro “MILANCITO
PAISA” despierta en los corazones montañeros una real
PASIÓN PODEROSA.
P.D: Equipo no recomendado para quienes sufren problemas cardiacos. Otra campaña de la R.X.N la barra más fiel del MEDALLO.

JAXDIM

Poema

SIN NOMBRE
Ayer salí a buscarte
Por las calles de esta ciudad
Iba triste y desolada
Pero con la más firme esperanza
De hallarte allí
En aquel lugar
Donde pasábamos las horas
Sin dejarnos de mirar
Pero
¿Sabes que encontré?
Solo a ese viejo árbol
Que fue testigo
De nuestra forma de amar
Y me susurró al oído
Que vos ya no eras mío
Y que ahora
Estaba sola
Con el frío de la soledad
Te has ido para siempre
Aún no sé dónde estás
Ahora entiendo a ese árbol
YA NO ME PUEDES AMAR
Porque tu corazón y cuerpo
Dejaron de respirar
Y ahora seguro están
Cerca de un astro lunar.


BARBARIDADES


PARECIDO A FRANKEINSTEIN PERO MEJOR

Era una oscuridad tenebrosa, parecida a esas noches de misterio en las cuales nadie se atreve a salir. Sólo se escuchan sollozos, sonidos agudos, pero paradójicamente tan graves, que asustan a cualquiera e intimidan los rostros y paralizan los cuerpos.
Yo huía de esa oscuridad, subía por montañas que se negaban insistentemente a dejar poner mis pies en ellas, por las pendientes bajaban rocas inmensas, esquivé unas cuantas.
Llegué a una cueva, hallé tranquilidad por un momento, pero de nuevo se escuchan ruidos ensordecedores, sonidos tan tormentosos que ahuyentan la paz, corrí hasta donde los pies me lo permitieron, pero era inútil, estaba atrapada, huyendo sin saber por qué.
¿Qué había hecho tan malo como para perder la tranquilidad del alma?
De pronto se escucha una voz triste, pero tan fuerte que retumbó en mis oídos: “tú eres mi elegida” y lo repitió varias veces.
¿Qué era esto? ¿La elegida de qué?
Todo me resultaba confuso, era una mezcla extraña entre miedo y curiosidad.
De nuevo esa voz dijo: “si me ayudas serás libre, pero si huyes no tendrás paz”
¿Qué quieres de mí? Respondí tímidamente.
Vi como una sombra se acercaba despacio, sentí frío intenso…
La sombra me dijo: “sácame de estas montañas, de este maldito bosque donde he estado inmerso desde hace muchos años, sin contacto con la gente, aquí…
…MURIENDO SOLO.
Asombrada pregunté: ¿Por qué si me persigues a todos lados no puedes salir de aquí?
Dijo: “Hace tiempo vine a este bosque a cortar leña, en ese entonces existía un castillo gobernado por reyes, ellos me encontraron y me convirtieron en esclavo, dijeron me dejarían volver a casa, pero ¡qué va!
Me cansé y los maté con cautela, uno a uno y desde entonces este bosque no tiene salida para mí, es como si las montañas y los árboles quisieran vengarlos”.
¡Increíble! Su historia me conmovió de forma tal que al instante desapareció todo mi temor y pregunté nuevamente: ¿qué hago? Él respondió: “mi familia es sólo una hija, tú tráela y será suficiente”.
Así lo hice y en medio de la nada, desaparecieron juntos y tomados de las manos.

Suena un reloj, me volteo de un lado a otro, abro los ojos lentamente y enfrente me encuentro a mamá que repite constantemente:
LEVÁNTATE, YA ES TARDE.

Thursday, July 20, 2006

Las medias

LOS CALCETINES

El pie debe estar siempre arrastrándose por el piso, ese es el lugar que le corresponde, pues carece de toda estética existente. Es una extremidad tan baja que para muchos no tiene sentido verdadero.
Esa parte del cuerpo sin belleza, trata de ser disimulada por los famosos calcetines, los cuales se aferran con furia a ese cúmulo de piel. Los calcetines, esos pedazos de tela pequeña intentan de cualquier forma, esconder esa apariencia fría y moribunda que a pocos les gusta, sin embargo no logra que luzcan bien, pues si el pie solo no da gran impresión, con el calcetín da un efecto visual mucho más tormentoso.
Son los hombres los que se someten a la tortura de ponerse y quitarse los calcetines, esa prenda generalmente opaca que aprieta dejando marcas en la piel y la cual brinda poca salud. Ver a un hombre con sus calcetines puesto no tiene nada especial, no dan ansiedad ni prometen sorpresa, sus colores oscuros, casi funerarios sólo inspiran tristeza.
Las mujeres en cambio, con sus medias deportivas o elegantes, inspiran deseo y excitación visual, es mucho más sensual.
En el acto amoroso, los amantes tiran los calcetines, porque si bien la estructura del pie no es bella, con el calcetín empeora.
Hacer el amor con los calcetines puestos, sería simplemente horroroso.
Pero el hombre ha de resignarse, pues esos calcetines poco atractivos ya forman parte de su vida.
No hay posibilidad de tirarlos definitivamente, sólo pueden elegir los que más les gusten, sean de nylon o hilo, el hecho es que siempre debe usarlos o usarlos, no tiene otra opción.

El zapato


LA TRISTE VIDA DE UN ZAPATO

Todos me ponen en sus pies, me llevan por el piso recorriendo las sucias calles de la ciudad. Me obligan a pisar terrenos montañosos, mojados y ásperos que no me dejan sentirme bien. Patean cuanta cosa ven en el camino, me mantienen sucios y en ocasiones me hacen ver desagradable. ¿A caso no merezco más cuidado? ¿no soy yo quien cuida de sus pies? Los protejo de la suciedad y de lo que los puede lastimar.
Mi vida no es muy alegre ¡sufro tanto! ¿Quién se lo imagina? Sé que nadie puede.
Para todos tengo un uso diferente. El futbolista me obliga a patear esa bola dura que no me gusta, el campesino me mete en suelos pantanosos a los que tanto les temo y el bailarín (a ese sí que lo odio) me azota despiadada y bruscamente, ninguno se pone en los zapatos del ZAPATO.
Nadie piensa en que todo eso duele, ¡ja! Pero como evitarlo, fui creado para satisfacer esa necesidad baja del ser humano.
Muchas cosa me lastiman, pero qué más da esa es: “ESA ES LA TRISTE VIDA DE UN ZAPATO”.




¡COSAS QUE PASAN!

Es un día normal de esos donde el sol ilumina nuestros rostros y calienta las cabezas de aquellos que van por la calle.
Como siempre, allí debajo de aquel roble inmenso se encuentra un hombre de fachada extraña.
Su camisa luce ajada, el pantalón con ciertos agujeros que dejan al descubierto pedacitos de su piel y sus tenis de tela vieja le dan un toque especial. Da la impresión de ser un verdadero loco y no precisamente por estar fuera de sus facultades mentales.
Es un viejo de largos cabellos blancos, tiene la mirada perdida, pero resulta tan agradable observarle que transmite tranquilidad absoluta.
Las facciones de este hombre no son muy comunes, muchos coincidirían en que no tiene nada especial, pues sus características físicas están muy lejos de la belleza tradicional, por eso no le prestan demasiada atención.
Dicen que siempre espera la noche para tocarle una canción y sin prisa alguna observa las estrellas, esas pequenas lucecitas que lo hacen feliz.
Más allá de su ropa, de su estructura física y de su apariencia alocada, es un sabio, no ha inventado nada, tampoco es héroe, pero en él reposa LA ESENCIA DE LA SABIDURÍA, pues jamás ha perdido la capacidad de asombrarse de esos detalles efímeros que constituyen la vida.