Wednesday, April 05, 2006




JAIMITO”, EL MÁS POPULAR
Por: JAZMÍN CARTAGENA



¿Esta noche hay misa y rosario?
Parece ser el interrogante más importante que tiene por resolver Jaime o “Jaimito” como es conocido normalmente en la plazuela de san Ignacio, lugar en el que su presencia ya tiene reservado un espacio, aquella silla sucia y maloliente que alberga un montón de cuentos e historias que permanecen ocultas en el corazón de muchos hombres, que como Jaime encuentran refugio allí.
“A las cinco abren la iglesia”, “Yo no sé pero la tierra se está calentando”; frases como éstas son repetidas constantemente.
Si alguien le observa rápidamente podría asegurar que “Jaimito” no es más que un loco, aunque su apariencia no obliga a pensar lo contrario.
Jaime Kifking, como dice llamarse es un hombre de tez blanca, cabello canoso y ojos azules a través de los cuales deja al descubierto la nobleza y sabiduría que oculta en su interior. Su cuerpo luce sin fuerza, sus 57 años de vida empiezan a dejar huellas imborrables que se hacen evidentes en sus características físicas.
La tranquilidad que refleja no contrasta con el movimiento esquizofrénico de sus manos, pues estas se mueven constantemente como expresando locura y desespero.
Muchos no lo creerían, no está loco, no es un mendigo ni un habitante de la calle, es un hombre de descendencia poco común en una ciudad como ésta, sus facciones y rasgos así lo demuestran.


David Kifking era un hombre de origen polaco, su oficio era de agricultor y prestamista, labores con la que se sostenía en las frías tierras de Polonia. En aquella época la segunda guerra mundial empezaba a causar estragos y a cobrar sus primeras victimas, razón por la cual este hombre decide huir hacia Medellín-Colombia, lugar alejado de su país, pero en el que sin saberlo formaría una familia que daría como fruto a tres hijos varones, David, Fidel y Jaime Kifking que a muy temprana edad ven morir a su padre en un accidente automovilístico, no sin antes enseñarles el oficio que había desempeñado desde siempre.
David Kifking, deja a sus hijos en una posición económica bastante buena y con recursos suficientes para vivir cómodamente por muchos años.
Es así pues como “Jaimito” no es tan pobre realmente, su apariencia es descuidada y permanece sucio porque cree que a su edad no es necesario atender a esas necesidades, además su familia no presta demasiada atención.

En el parque casi todos saben que se llama Jaime Nicolás, pero lo que desconocen es que su alma guarda pernas que lo acongojan, nadie precisa la agonía de su interior.
“Jaimito” vive en el barrio Buenos Aires, cerca del centro de la ciudad y aunque tiene un hogar conformado por tres hijos, David, Ariel, Rafael y María Aura Ruiz (su esposa), no es un hombre feliz…
…Todas las mañanas como rutina diaria, su esposa de 45 años lo levanta a las 7:00, le prepara un desayuno más o menos digno, de vez en cuando lo baña, cada quince días y si no se le olvida rasura su barba y corta su pelo ya deteriorados por los años y lo viste con la ropa del día anterior, por lo que “Jaimito” expide un fuerte olor a rincón, lo asean como a un mueble más, olvidando que lo viejo no quita lo humano.
“Jaime son las 9:00 a.m., pa’l parque pues rapidito y se entra pa’la iglesia que hay que rezar” es la orden que da su esposa todas las mañanas y a la cual obedece sin objeción alguna.



Este hombre de grandes secretos y de apariencia pasiva participa diariamente en las actividades de la iglesia, ora constantemente, lo que da a pensar que es un gran devoto y que ve en Dios la verdadera esencia de la vida, pero esa no es la realidad ya que en distintas ocasiones y desilusionado pronuncia agriamente “Para qué rezar” ¿Entonces? Deja mucho que pensar.
Lo cierto es que por años y años hasta que su edad se lo permita esa silla sucia de la plazuela de San Ignacio, seguirá siendo ocupada por el popular “Jaimito” y los transeúntes del lugar seguirán escuchando constantemente ¿Esta tarde hay misa y rosario?

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