Thursday, April 27, 2006

Una mujer de la vida difícil



“UNA MUJER DE LA VIDA DIFÍCIL”


...“Dejámelo en veinte mil, hacele reinita lo que pasa es que no tengo más lucas y éstas ganas de hacer el amor me van a matar”...

...”Hey mi amor ¿cuánto vale hoy?”...

...” Lindura, tengo diez mil, además uso condón”...
...”Listo mamita así quedamos, entonces camine rápido, siii, pero váyase adelante, hay que ser discretos no vaya yo a meterme en un problema en mi casa si llegan a pillarme por acá”...






Estos y muchos otros comentarios son los que escucha día tras día “Pily” una mujer que pasa la mayor parte de su tiempo en el sector de la Veracruz, más exactamente en las afueras de la iglesia de este sitio tan particular y reconocido del centro de la ciudad de Medellín.
Con su cabello tinturado de rubio dejando ver las raíces de su verdadero color y con sus ojos grandes y hermosos, permanece siempre activa y pretenciosa de capturar las miradas masculinas que transitan el lugar todo con el propósito de brindar un servicio sexual, el cual ofrece sin discreción alguna y del que obtiene dinero exitosamente.




“Pily”, como se hace llamar vive en el barrio Santo Domingo, tiene cuatro hijos y paradójicamente tiene esposo: “Álvaro es albañil y de vez en cuando que se cae un muro él trabaja, la platica que le entra es muy poquita entonces a uno le toca vender lo que le pertenece sólo al marido, pero en realidad yo esto lo hago es por mis pelaitos”

Con la mirada triste y haciendo un esfuerzo por no derramar una lágrima mientras narra su historia “Pily” afirma constantemente que esto sólo es por los niños que no tienen la culpa de haber sido traídos a un mundo de dolor y sufrimientos, porque no le parece justo que los hijos tengan que vivir una vida dura y mundana como la de sus padres.

Uno por esos culicagaos hace lo que sea” y es que esta mujer mientras arregla cuidadosamente sus senos y coquetea hábilmente con sus piernas, se expresa tiernamente de sus niños, en cada gesto, palabra y movimiento deja al descubierto el amor inmenso de una madre que desea que a sus hijos nunca les falte nada o por lo menos que no carezcan de lo necesario para sobrevivir en una ciudad como ésta, que no brinda oportunidades a personas que como “Pily” nunca se dirigieron a una escuela, y que nacieron en un barrio donde se observa fácilmente la triste exclusión social.

Yo trabajé vendiendo confites, pedí trabajo en casas de familia para bolear como interna, pero que va, a uno no lo dejan camellar porque uno no tiene experiencia, y el cuento ese de vender dulces, nooooo esa maricada no deja ni pa” comer, es que cuando uno no nace con estrella todo es bien verraco”.

Por sitios como estos se escuchan comentarios duros y constantes como “Esto como siempre repleto de putas” o “ah, esto por aquí si está lleno de mujeres de la vida fácil” y son seguridad que el hecho de ofrecer el cuerpo a extraños para que lo manipulen y realicen sus deseos más bajos NO ES NADA FÁCIL, pues este tipo de mujeres que como “Pily” viven de este oficio lo hacen por razones muy poderosas que casi toda la gente desconoce.



Con su blusa escotada haciendo muy visibles sus pechos y su falda corta que muestra más arriba de sus piernas, esta mujer esconde en su corazón una nobleza extraña, pero fascinante que nadie alcanza a reconocer, pues todos sólo pueden ver lo que ella muestra, lo que ofrece por unos pesos para llevar a casa la comida o un simple juguete para sus hijos que siempre están a la expectativa de lo que mamá lleva en su bolso para ellos.
“Huy nadie se imagina lo duro que es acostarse con un tipo que ni siquiera se conoce, nooooo y es que esos partidos que le caen a uno, por lo general son hombres muy sucios y malolientes los que buscan nuestro servicio, además le piden a uno unas cosas, y eso no es todo a veces esos asquerosos lo quieren meter sin condón y eso si no, yo soy una puta, pero sanita”.

Con la mirada curiosa “Pily” me observa atentamente, parece que no alcanzara a entender por qué me interesa tanto su historia.

Mientras juega constantemente con uno de los mechones de su pelo, levanta un pie suavemente y lo recuesta en el sucio muro que como siempre alberga los distintos pies de estas mujeres que buscan sus mejores poses, manías y comportamientos para atraer a todos aquellos que urgen de un servicio sexual como diríamos en la modernidad.

Uno no se quiere quedar en esto, hay que ir buscando la forma pa” salirse de prostituta, porque yo no quiero que mis hijos cuando más grandes vean lo que hace su mamita, además a veces me he visto a punto de desistir, es que la vida sexual de uno, ya empieza a quedarse sin sentido, uno no siente placer, sólo costumbre y cada vez que le quitan la ropa a uno y empiezan a manipularlo como a un objeto, uno siente que le arrancan el corazón, es que ...”

llorando agriamente, sigue contándome sus penas, y las razones de por qué esto en realidad no es un trabajo tan fácil como muchos o casi todos afirman.



...”esto es muy duro, el asco y la repugnancia son evidentes, pero a uno le toca cumplir con su labor, pero todo lo hago por mis nenes porque si ellos son felices yo hago lo que sea para verlos así”.
Mientras seca con sus manos las lágrimas de sus ojos, saca de su bolso un chicle y un cigarrillo los cuales introduce en su boca de forma rápida y sensual, una vez más juega con su cabello, contempla sus piernas y empieza a masticar el chicle y a fumar de manera muy particular, rie hipócritamente, camina de un lado hacia otro, abre nuevamente su bolso y saca un frasco pequeño de loción (la verdad no olía tan bien) esparce el líquido por todo su cuerpo y con su mirada de gata furiosa llama a un tipo que se aproxima lentamente a ella, y en voz baja, mirándome con disimulo y como sin conocerme pronuncia: “Ya me toca trabajar”.

El tipo alto y de gran edad, le habla al oído ¿qué fantasías tendrá?
Ella lo escucha y con una sonrisa falsa, maquilla toda su tristeza y su verdad.


Y es así como “Pily” UNA MUJER DE LA VIDA DIFÍCIL, se dispone a trabajar.






Jazmín Cartagena



Wednesday, April 05, 2006




JAIMITO”, EL MÁS POPULAR
Por: JAZMÍN CARTAGENA



¿Esta noche hay misa y rosario?
Parece ser el interrogante más importante que tiene por resolver Jaime o “Jaimito” como es conocido normalmente en la plazuela de san Ignacio, lugar en el que su presencia ya tiene reservado un espacio, aquella silla sucia y maloliente que alberga un montón de cuentos e historias que permanecen ocultas en el corazón de muchos hombres, que como Jaime encuentran refugio allí.
“A las cinco abren la iglesia”, “Yo no sé pero la tierra se está calentando”; frases como éstas son repetidas constantemente.
Si alguien le observa rápidamente podría asegurar que “Jaimito” no es más que un loco, aunque su apariencia no obliga a pensar lo contrario.
Jaime Kifking, como dice llamarse es un hombre de tez blanca, cabello canoso y ojos azules a través de los cuales deja al descubierto la nobleza y sabiduría que oculta en su interior. Su cuerpo luce sin fuerza, sus 57 años de vida empiezan a dejar huellas imborrables que se hacen evidentes en sus características físicas.
La tranquilidad que refleja no contrasta con el movimiento esquizofrénico de sus manos, pues estas se mueven constantemente como expresando locura y desespero.
Muchos no lo creerían, no está loco, no es un mendigo ni un habitante de la calle, es un hombre de descendencia poco común en una ciudad como ésta, sus facciones y rasgos así lo demuestran.


David Kifking era un hombre de origen polaco, su oficio era de agricultor y prestamista, labores con la que se sostenía en las frías tierras de Polonia. En aquella época la segunda guerra mundial empezaba a causar estragos y a cobrar sus primeras victimas, razón por la cual este hombre decide huir hacia Medellín-Colombia, lugar alejado de su país, pero en el que sin saberlo formaría una familia que daría como fruto a tres hijos varones, David, Fidel y Jaime Kifking que a muy temprana edad ven morir a su padre en un accidente automovilístico, no sin antes enseñarles el oficio que había desempeñado desde siempre.
David Kifking, deja a sus hijos en una posición económica bastante buena y con recursos suficientes para vivir cómodamente por muchos años.
Es así pues como “Jaimito” no es tan pobre realmente, su apariencia es descuidada y permanece sucio porque cree que a su edad no es necesario atender a esas necesidades, además su familia no presta demasiada atención.

En el parque casi todos saben que se llama Jaime Nicolás, pero lo que desconocen es que su alma guarda pernas que lo acongojan, nadie precisa la agonía de su interior.
“Jaimito” vive en el barrio Buenos Aires, cerca del centro de la ciudad y aunque tiene un hogar conformado por tres hijos, David, Ariel, Rafael y María Aura Ruiz (su esposa), no es un hombre feliz…
…Todas las mañanas como rutina diaria, su esposa de 45 años lo levanta a las 7:00, le prepara un desayuno más o menos digno, de vez en cuando lo baña, cada quince días y si no se le olvida rasura su barba y corta su pelo ya deteriorados por los años y lo viste con la ropa del día anterior, por lo que “Jaimito” expide un fuerte olor a rincón, lo asean como a un mueble más, olvidando que lo viejo no quita lo humano.
“Jaime son las 9:00 a.m., pa’l parque pues rapidito y se entra pa’la iglesia que hay que rezar” es la orden que da su esposa todas las mañanas y a la cual obedece sin objeción alguna.



Este hombre de grandes secretos y de apariencia pasiva participa diariamente en las actividades de la iglesia, ora constantemente, lo que da a pensar que es un gran devoto y que ve en Dios la verdadera esencia de la vida, pero esa no es la realidad ya que en distintas ocasiones y desilusionado pronuncia agriamente “Para qué rezar” ¿Entonces? Deja mucho que pensar.
Lo cierto es que por años y años hasta que su edad se lo permita esa silla sucia de la plazuela de San Ignacio, seguirá siendo ocupada por el popular “Jaimito” y los transeúntes del lugar seguirán escuchando constantemente ¿Esta tarde hay misa y rosario?