Por: Jazmín Cartagena
“Sebas qué senos tan lindos y provocativos tiene esa mona que va allá”.
“Hermano las mujeres sí son el mejor placer que uno puede disfrutar”...
Repite constantemente don Esteban Ríos, padre de Sebastián, que empieza a sospechar de las verdaderas inclinaciones sexuales de su hijo y las mismas que intenta evitar a como de lugar.
“Es que en mis épocas no se veía tanto cacorro, es que esta juventud si que se está hundiendo en el libertinaje, dizque modernidad dirían ahora”.
“Guevón cuándo es que vas a traer a tu novia a la casa”
Eh ave maría es que yo sí tengo un hijo muy pinta cuántas culicagadas tendrás rendidas a tus pies.
Son estas las expresiones más comunes que se escuchan en la casa de Sebas, un joven de apenas 18 años de edad que vive en el barrio Florencia de la ciudad de Medellín.
Con su piel tierna y delicada y sus manos grandes y hermosas, deja muy en claro que es un adolescente que nació en cuna de oro, ese que cuando de niño lloraba, le daban grandes cantidades de dinero para adquirir dulces en la tienda, ese chico al que siempre le complacieron sus más grandes caprichos y atendieron con paciencia cada una de sus pataletas, ese al que nunca le faltó nada.
Desde la escuela hasta la llegada al colegio, Sebas siempre fue el mayor orgullo para doña Rosario y don Esteban, pues su hijo los sorprendía con las mejores calificaciones hecho por el cual lo halagaban y repetían constantemente: Qué verraquera de muchacho, no como su hermana que con apenas quince años y ya se dejó embarazar”...
La orientación sexual surge en la mayoría de las personas a comienzos de la adolescencia sin experiencia sexual previa. Aunque podemos elegir si llevar a los actos lo que sentimos, nosotros los psicólogos no consideramos que la orientación sexual sea una elección consciente que puede cambiarse voluntariamente. Afirma Juliana Herrera, Psicóloga de la Fundación Universitaria Luis amigó.
Para sus padres, Sebas siempre fue como su hijo favorito, pues era estudioso, con buenas características físicas y además no tenía malos vicios, pero no todo continuaría color de rosa, pues doña Rosario y don Esteban no conocían aún la esencia verdadera de lo que era Sebas, pues nunca se preocuparon demasiado por conocer lo que el chico tierno escondía en lo más profundo de su corazón.
Muchos homosexuales, ya de niños comprenden que sus enamoramientos e intereses se orientan hacia personas de su mismo sexo. Sin embargo, hay otros que recién más tarde en la vida comprenden el significado de éstos sentimientos. Opina Paola Quintero, Psicóloga de La Universidad San Buenaventura
Llegadas tardes, alcohol en exceso, llamadas extrañas, amistades desconocidas, iban desatando poco a poco una inesperada tragedia en la casa de los Ríos
“Después de la graduación del colegio, yo empecé a notar a mi muchacho muy raro, pensativo y en sus ojos vi lo que nunca, había misterio y prevención, sabía que estaba sucediendo algo, más no quise darme cuenta por sí sola, entonces esperé, pues de pronto era mi imaginación la que especulaba cosas y dejé así”. Afirma doña Rosario, mientras sus ojos se encharcan lentamente.
Dos de la mañana, frío intenso y ambiente casi funerario, suena el teléfono con su timbre aturdidor y desagradable, empieza a avisar insistentemente como burlándose del mensaje del que sería testigo: Doña Rosario, está en su cama, se mueve con desespero de un lado a otro, aún no se levanta, cree que es un sueño, gime incómodamente, de un momento a otro abre sus ojos rápidamente, el teléfono no para de entonar su horrible melodía, doña Rosario ya se encuentra de pie, levanta la bocina y ... “Aló ¿quién está ahí? ¿Qué le da tanta risa? ¿Con bromas a esta hora? ¿Quién es? ¿Qué quiere?”
“Ja ja ja, señora, ¿Usted es la cucha del maricón de Sebastián?
Vea doña no se engañe más, a su hijo no le gustan las mujeres”
“Marica? marica serás vos, no te pongás con esos chistecitos idiota”
“Chistes? Doña si no cree, baje al parche de gays de aquí de la avenida oriental, aun bar llamado La Cantina, venga pa’ que se sorprenda cómo su hijo le da el culo a un cacorro bien veterano je je je qué conste pues que le avisé”.
Con un nudo en la garganta que apenas le permite tragar saliva, doña Rosario cuelga la bocina como alucinada, queda en shock profundo, el impacto mental que le causa la noticia la deja inmóvil. Su esposo al notar su ausencia en la cama, se levanta con rapidez y pregunta: ¿Rosa mi amor, qué pasa, respira, respira, tranquila, quién era, qué es lo que está pasando?
Como una desquiciada, (apenas se sostiene en sus pies) Rosario agarró una fina lámpara traída desde Puerto Rico y la lanzó con fuerza al piso, empezó a llorar, a llorar inconteniblemente, parecía apunto de estallar no se sabe sí de dolor o de ira.
Todos los objetos materiales que encuentra a su paso los derriba con fuerza enorme hasta destruirlos por completo.
Apenas puede hablar, “es Sebas, es Sebas”
Se recuesta fuertemente en uno de los rincones más depresivos de la casa, toma su cabello con fuerza en sus manos como queriendo arrancarlo de su cabeza (deja a un lado su vanidad, ve que ya no interesa tanto) y grita, grita hasta más no poder, de forma frenética y como quien no quiere creer la cosa, se abraza tiernamente a don Esteban que aún luce tranquilo esperando la noticia de su esposa.
¿Sebas qué? Pregunta curioso y ya desesperado...
Es gay, es gay responde con amargura Rosario, claro ya asimilándolo un poco.
¿Gay? ¿Gay? ¿Estás loca? ¿ Cómo podés decir eso? Mi Sebas no es un maldito cacorro nooooooooo...
Mujer ¿Quién te ha dicho eso?
Mi hijo siempre ha sido un varón, todo un macho como su padre, eso es mentira, ya verás como mañana todo esto resulta ser una estúpida broma.
El padre muy pensativo, pone sus manos en su cara demostrando toda la incertidumbre que está viviendo.
Entre sollozos y llanto se avecina el amanecer, que resulta ser más triste que todos los demás, los padres expectantes a la llegada trasnochada de Sebas, aún conservan la mínima esperanza de que todo resulte ser un acontecimiento irreal que se le ocurrió a alguien para hacer pasar un mal rato, lo que más anhelaban era que tan solo fuera una broma, una simple llamada mentirosa.
Se oyen tres golpes suaves en la puerta, es él que había olvidado sus llaves y que se encontraba inocente de lo que ya sabían sus padres.
Mi amor, dime que no es cierto, por favor dime que no es verdad
Rosa cómo crees, este man es todo un hombre, ¿cierto Sebastián?
No sos ningún gay, no puedes ser gay, respondeme ya, no sos gay, pues esa bromita nos hicieron hoy en la madrugada, dizque marica mi hijo jajaja.
El muchacho de ojos claros y apariencia agradable y vanidosa, suspira, camina de un lado a otro, no sabe si su confesión o mejor dicho su afirmación sería prudente en aquel momento, recorre casi toda la casa y por fin decide no ocultar más su verdad.
Abre la nevera, saca jugo de mango toma un poco, mira de reojo a sus padres (aún espectadores de la respuesta) respira agitadamente produciendo un sonido fuerte, llena sus pulmones de aire y enfrenta la realidad que seguro resultaría vergonzante, decepcionante para sus padres que siempre habían visto a Sebas como el mayor orgullo.
se considera que entre un cinco y un diez por ciento de la población vive de forma homosexual o tiene sentimientos de ésta índole, que no se atreve a expresar abiertamente, a consecuencia de la presión social. Confirma Juliana Herrera, Psicóloga.
Sin más rodeos ni preámbulos, Sebastián se dispone a hablar, lo hace pausadamente ¿Será por miedo? Y casi entre los dientes empieza a hablar y confiesa lo que Rosario y Esteban no estaban esperando: “Sí, eh, soy homosexual, mami pero no llores que no pasa nada, todo está bien, yo me siento bien. Hace un año salgo con alguien, no había comentado el asunto, pues nunca he querido defraudarlos. Ojalá entendieran que es imposible seguir maquillando mi sexualidad con lo que no soy, ya no tengo miedo a sentir, he vencido mis temores a la gente, soy más libre, pues por fin dejé de esconderme de lo que en verdad sentía desde muy ni...”
Antes de terminar de pronunciar la palabra, don Esteban indignado, haciendo todo el esfuerzo posible por no llorar, lanza un golpe al rostro del joven, éste a su vez cae al piso mientras escucha los reproches e insultos de su padre: “Responda, responda, ya no puedo decir que como un hombre, pero por lo menos hacé eso o es que ni siquiera podés pelear”.
Su madre bañada en lágrimas, acude a la defensa de Sebas, pues la noticia le dolía, pero al fin y al cabo, no olvidaba su condición de madre, por lo pronto don Esteban demuestra con sus gestos desesperantes y ansiosos lo humillado que se sentía: “No sos un mariquita, decilo pues, no lo sos. ¿Cómo podés hacerme esto? ¿A caso que te ha faltado en la vida? ¿A caso no has tenido a un padre? ¿Qué va a decir la gente? ¿Qué he criado a un puerco marica?
Pero claro, vos ya elegiste esa cochina vida, entonces espero que si ya se metió en eso, lo afronte con todo, así que vaya organizando sus maletas y se larga ya mismo de esta casa (don Esteban temblando y con la cara un poco pigmentada manotea y habla en voz alta) no lo quiero volver a ver, ahora mismo Sebastián se va olvidando de que yo soy su padre. Me produces asco, desprecio es lo que siento por ti, nunca en mi familia hubo un marica, pero claro sabía que las compañías poco a poco te llevarían por ese camino de perdición”.
Las circunstancias externas influyen en las dificultades que implica el mostrarse abiertamente. Puede depender de la edad, del lugar donde se resida, del medio en que uno viva y trabaje. Seguramente también tiene que ver con el tipo de persona que uno es. Algunos están dispuestos a seguir su propio camino sin temer las reacciones del entorno. Opina la Psicóloga, Paola Quintero.
Mientras tanto doña Rosario ayuda a preparar las maletas de Sebas que permanece en silencio, sabe que no va a lograr mucho tratando de explicar lo que siente, pues su padre había crecido dentro de una cultura retrógrada que no concebía romper las reglas ya establecidas por la sociedad, pues don Esteban fue criado en una familia de supuestos valores que no admitían la unión de dos personas de un mismo sexo, pues las creencias católicas y culturales nunca le dejaron ver más allá de sus narices, y siempre se expresó de los gays como cacorros, maricas y hombres del mundo por lo redondo a los que siempre les mostró su repugnancia.
Con lágrimas recorriendo la mayor parte de su cara, Sebas se mira en su espejo en su ex espejo, cuida un poco de su apariencia física, da un profundo y largo abrazo a su madre y se dispone a partir, lo que menos le preocupa es el sitio a dónde ir, pues sabe que su compañero lo recibirá con gusto, pero en su corazón tiene impregnado un presentimiento extraño que no lo deja muy tranquilo, pero igual sabe que tiene que irse de allí, estos ya no parecian sus padres, este ya no era su ambiente, simplemente, esta ya no era su casa.
Pasaron los días, no fueron muchos realmente, quizás solo quince y en una mañana lluviosa, fría y tenebrosa don Esteban se levantó más temprano de lo normal, se paseó por cada uno de los rincones y espacios de la casa, a su vez doña Rosario lo observaba con atención. El padre de Sebas se sentó en la suave y confortable cama que unos días antes albergaba los sueños y las ilusiones de su muchacho, sí, ese del que años atrás se sentía tan orgulloso.
Miró sus fotos como añorando su pronto regreso, pero no, antes de pensar en esto, el padre se disponía a hacer realidad una despedida,
Su despedida.
Amor ¿Qué haces? ¿Lo extrañas, verdad? Déjalo regresar, esto no era lo que esperábamos del niño, pero igual no deja de ser nuestro hijo, Dios sabe como hace sus cosas, respetemos su decisión, ya cállate Rosario Sebastián no vuelve aquí por lo menos no lo va a hacer siempre y cuando yo esté vivo.
“Sé que a pesar de lo que era Sebas, mi esposo lo amó hasta el final, sólo que se sentía deshonrado, estábamos viviendo la realidad más terrible de la que siempre habíamos criticado, es que uno nunca puede decir que de esta agua no va a beber porque termina tomándosela toda.
El carácter de Esteban o mejor dicho su orgullo nunca permitió que mi hijo volviera a casa hasta que sucedió...”
Doña Rosario, apenas se expresa, no quisiera recordar ese acontecimiento que marcó su vida para siempre, pero intenta volver al pasado, pues sabe que soy la mejor amiga de su hijo y empieza a comprender que la triste historia y el espeluznante final en realidad me interesan.
“Hasta que sucedió ese acontecimiento horrendo del que todavía no puedo reponerme: Después de que Esteban se encontraba en la cama de Sebas, yo me disponía salir a la tienda, él me miró con sus ojos tristes, que no brillaban ni la mitad de lo que brillaban normalmente, sentí un frío que heló mi corazón y de forma paradójica quemó mi cuerpo, mi vellos se erizaron como presintiendo el final de lo que en verdad era el inicio de una tragedia”.
De forma acelerada, doña Rosario abre la puerta de su casa, pues quería preparar el desayuno para su esposo antes de que este se desesperara, oh Dios la sorpresa más desagradable de su vida, la más dolorosa quizás.
Entró, miró en la sala, abrió el baño con desesperación, no tardó mucho en darse cuenta que Esteban, ese hombre prepotente que no pudo perdonar a su hijo, yacía tirado en la cama de Sebas, boca arriba, con sus ojos entre abiertos y con un impacto de bala en su cabeza que había terminado con su vida, con sus manos, aprisionaba contra su pecho una tierna fotografía de su hijo, de ese gran Sebastián que algún día lo hizo sentir grande, pero que luego lo hizo sentir despreciable, tanto así como para quitarse la vida ¿No soportó la humillación que todo esto le provocó? ¿El amor por su hijo era tan poco que optó en tomar la decisión más fácil? ¿A caso en realidad lo más fácil no era entender las inclinaciones de Sebas? Lo cierto fue que don Esteban no resistió eso que lo hizo tan infeliz, pues su hijo, el amor de sus amores, ese al que le profesaba su amor a los cuatro vientos, lo había defraudado de la forma que él más detestaba y dejó a unos hijos sin padre y a una mujer sin esposo.
No tuvo las agallas suficientes como para adaptarse a esta cultura que ha traído grandes cambios y estilos de vida en la existencia del hombre.
Sin lugar a dudas a veces la cobardía humana es más grande que el amor.
“Aló ¿Sebas? Sebas hijo, vente para la casa, mi amor tu papá se me está muriendo (en realidad ya estaba muerto) no, estoy desesperada ¿Qué voy a hacer? ¿Qué vamos a hacer? Nos quedamos sin él mi amor, nos quedamos sin él.
Sebas asistió al funeral de su padre y más que flores, llevó una carta que escribió días antes de que él muriera. Las flores no reviven, los papeles o las cartas si que menos, pero el joven lleno de dolor y de culpa un poco, puso su escrito al lado de la tumba de ese ser que un día le diera la vida y al que un día admiró de corazón, pero que nunca supo entender sus verdaderas preferencias sexuales.
Los psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud mental concuerdan que la homosexualidad no es una enfermedad, desorden mental o problema emocional. La investigación científica objetiva durante los últimos 35 años demuestra que la orientación sexual, por sí o en si misma, no se asocia con problemas emocionales o sociales. En el pasado se creyó que la homosexualidad era una enfermedad mental pues los profesionales de la salud mental y la sociedad tenían información tendenciosa. Dice Juan Fernando Alzate, Médico General del Hospital Pablo Tobón Uribe.
“Papi, a pesar de que no me aceptes tal y como soy, yo te extraño y cómo negarlo, pues hasta te entiendo, sé que no es fácil asimilar que de la noche a la mañana el único hijo varón, se siente atraído por otro hombre. No sé qué más escribirte, creo que es mejor decírtelo viéndote a los ojos, es que me dan cosquillas en la panza de solo imaginar el día en que vuelvas a quererme y por mi me aceptes con esta, que para ti es mi debilidad.
No sabes lo mucho que te amo, si te amo a pesar de todo, aunque no quieras volver a verme, aunque estorbe en tu casa, aunque me sigas despreciando por ser un marica o cacorro como tú nos dices, ojalá que pase el tiempo y yo siga siendo para ti, el gran Sebastián, ese al que tú amabas y apoyabas en los triunfos y derrotas y al que hacías dormir en el rincón cuando mamá no podía hacerlo. Me diste la vida, es mi vida y tú no puedes pretender vivirla.
En nada he cambiado, soy sensible y humano de eso te sentías orgulloso entonces tú por qué no puedes serlo conmigo?
Soy el mismo ¿Sabes? Aún me da miedo de la oscuridad y deseo tenerte, si, siempre a mi lado animándome con palabras de fortaleza y vida, extraño ver esa cara enojada que ponías cuando me demoraba largas horas en el baño jugando con agua.
Si tan solo pudiera tenerte y decirte que aún te amo”.
El educar a todo el mundo sobre la educación sexual y la homosexualidad probablemente disminuye el prejuicio e contra de los gays. La información exacta sobre la homosexualidad es especialmente importante para los jóvenes que se esfuerzan por comprender su propia sexualidad. Insiste Juliana Herrera.
Sebastián Ríos volvió finalmente a su casa, empezó a vivir una nueva etapa al lado de su madre y su hermana, claro, pero nunca será lo mismo, en su hogar lujoso, elegante, con grandes objetos materiales, falta algo muy importante,
La presencia de su padre.
Este hombre prepotente, orgulloso, de cometarios risueños y frescos ha dejado un vacío inmenso en el corazón de esta familia que a pesar de todo no deja de extrañarlo.
Sebas continúa su vida normalmente, por lo menos eso es lo que demuestra y día tras día sigue descubriendo todas las facetas de su verdadera identidad, sabe que lo más importante del mundo es defender sus propios intereses, sin lastimar los ajenos, es lo que eligió y lo que lo hace feliz, aunque por destapar su verdad, haya perdido a su padre.
Su calidad humana y los valores que lo han caracterizado siempre, seguramente harán que doña Rosario, sienta orgullo de su hijo, así como en otros tiempos se sintió su padre.
La sexualidad puede expresarse de distintas formas en distintas fases de la vida. Los hombres o las mujeres homosexuales no son enfermos ni delincuentes. Los prejuicios que hacen del homosexual una víctima condenada al desprecio y a la discriminación, enmascaran el miedo social al descubrimiento de la diversidad humana. Concluye Paola Quintero.
“Hermano las mujeres sí son el mejor placer que uno puede disfrutar”...
Repite constantemente don Esteban Ríos, padre de Sebastián, que empieza a sospechar de las verdaderas inclinaciones sexuales de su hijo y las mismas que intenta evitar a como de lugar.
“Es que en mis épocas no se veía tanto cacorro, es que esta juventud si que se está hundiendo en el libertinaje, dizque modernidad dirían ahora”.
“Guevón cuándo es que vas a traer a tu novia a la casa”
Eh ave maría es que yo sí tengo un hijo muy pinta cuántas culicagadas tendrás rendidas a tus pies.
Son estas las expresiones más comunes que se escuchan en la casa de Sebas, un joven de apenas 18 años de edad que vive en el barrio Florencia de la ciudad de Medellín.
Con su piel tierna y delicada y sus manos grandes y hermosas, deja muy en claro que es un adolescente que nació en cuna de oro, ese que cuando de niño lloraba, le daban grandes cantidades de dinero para adquirir dulces en la tienda, ese chico al que siempre le complacieron sus más grandes caprichos y atendieron con paciencia cada una de sus pataletas, ese al que nunca le faltó nada.
Desde la escuela hasta la llegada al colegio, Sebas siempre fue el mayor orgullo para doña Rosario y don Esteban, pues su hijo los sorprendía con las mejores calificaciones hecho por el cual lo halagaban y repetían constantemente: Qué verraquera de muchacho, no como su hermana que con apenas quince años y ya se dejó embarazar”...
La orientación sexual surge en la mayoría de las personas a comienzos de la adolescencia sin experiencia sexual previa. Aunque podemos elegir si llevar a los actos lo que sentimos, nosotros los psicólogos no consideramos que la orientación sexual sea una elección consciente que puede cambiarse voluntariamente. Afirma Juliana Herrera, Psicóloga de la Fundación Universitaria Luis amigó.
Para sus padres, Sebas siempre fue como su hijo favorito, pues era estudioso, con buenas características físicas y además no tenía malos vicios, pero no todo continuaría color de rosa, pues doña Rosario y don Esteban no conocían aún la esencia verdadera de lo que era Sebas, pues nunca se preocuparon demasiado por conocer lo que el chico tierno escondía en lo más profundo de su corazón.
Muchos homosexuales, ya de niños comprenden que sus enamoramientos e intereses se orientan hacia personas de su mismo sexo. Sin embargo, hay otros que recién más tarde en la vida comprenden el significado de éstos sentimientos. Opina Paola Quintero, Psicóloga de La Universidad San Buenaventura
Llegadas tardes, alcohol en exceso, llamadas extrañas, amistades desconocidas, iban desatando poco a poco una inesperada tragedia en la casa de los Ríos
“Después de la graduación del colegio, yo empecé a notar a mi muchacho muy raro, pensativo y en sus ojos vi lo que nunca, había misterio y prevención, sabía que estaba sucediendo algo, más no quise darme cuenta por sí sola, entonces esperé, pues de pronto era mi imaginación la que especulaba cosas y dejé así”. Afirma doña Rosario, mientras sus ojos se encharcan lentamente.
Dos de la mañana, frío intenso y ambiente casi funerario, suena el teléfono con su timbre aturdidor y desagradable, empieza a avisar insistentemente como burlándose del mensaje del que sería testigo: Doña Rosario, está en su cama, se mueve con desespero de un lado a otro, aún no se levanta, cree que es un sueño, gime incómodamente, de un momento a otro abre sus ojos rápidamente, el teléfono no para de entonar su horrible melodía, doña Rosario ya se encuentra de pie, levanta la bocina y ... “Aló ¿quién está ahí? ¿Qué le da tanta risa? ¿Con bromas a esta hora? ¿Quién es? ¿Qué quiere?”
“Ja ja ja, señora, ¿Usted es la cucha del maricón de Sebastián?
Vea doña no se engañe más, a su hijo no le gustan las mujeres”
“Marica? marica serás vos, no te pongás con esos chistecitos idiota”
“Chistes? Doña si no cree, baje al parche de gays de aquí de la avenida oriental, aun bar llamado La Cantina, venga pa’ que se sorprenda cómo su hijo le da el culo a un cacorro bien veterano je je je qué conste pues que le avisé”.
Con un nudo en la garganta que apenas le permite tragar saliva, doña Rosario cuelga la bocina como alucinada, queda en shock profundo, el impacto mental que le causa la noticia la deja inmóvil. Su esposo al notar su ausencia en la cama, se levanta con rapidez y pregunta: ¿Rosa mi amor, qué pasa, respira, respira, tranquila, quién era, qué es lo que está pasando?
Como una desquiciada, (apenas se sostiene en sus pies) Rosario agarró una fina lámpara traída desde Puerto Rico y la lanzó con fuerza al piso, empezó a llorar, a llorar inconteniblemente, parecía apunto de estallar no se sabe sí de dolor o de ira.
Todos los objetos materiales que encuentra a su paso los derriba con fuerza enorme hasta destruirlos por completo.
Apenas puede hablar, “es Sebas, es Sebas”
Se recuesta fuertemente en uno de los rincones más depresivos de la casa, toma su cabello con fuerza en sus manos como queriendo arrancarlo de su cabeza (deja a un lado su vanidad, ve que ya no interesa tanto) y grita, grita hasta más no poder, de forma frenética y como quien no quiere creer la cosa, se abraza tiernamente a don Esteban que aún luce tranquilo esperando la noticia de su esposa.
¿Sebas qué? Pregunta curioso y ya desesperado...
Es gay, es gay responde con amargura Rosario, claro ya asimilándolo un poco.
¿Gay? ¿Gay? ¿Estás loca? ¿ Cómo podés decir eso? Mi Sebas no es un maldito cacorro nooooooooo...
Mujer ¿Quién te ha dicho eso?
Mi hijo siempre ha sido un varón, todo un macho como su padre, eso es mentira, ya verás como mañana todo esto resulta ser una estúpida broma.
El padre muy pensativo, pone sus manos en su cara demostrando toda la incertidumbre que está viviendo.
Entre sollozos y llanto se avecina el amanecer, que resulta ser más triste que todos los demás, los padres expectantes a la llegada trasnochada de Sebas, aún conservan la mínima esperanza de que todo resulte ser un acontecimiento irreal que se le ocurrió a alguien para hacer pasar un mal rato, lo que más anhelaban era que tan solo fuera una broma, una simple llamada mentirosa.
Se oyen tres golpes suaves en la puerta, es él que había olvidado sus llaves y que se encontraba inocente de lo que ya sabían sus padres.
Mi amor, dime que no es cierto, por favor dime que no es verdad
Rosa cómo crees, este man es todo un hombre, ¿cierto Sebastián?
No sos ningún gay, no puedes ser gay, respondeme ya, no sos gay, pues esa bromita nos hicieron hoy en la madrugada, dizque marica mi hijo jajaja.
El muchacho de ojos claros y apariencia agradable y vanidosa, suspira, camina de un lado a otro, no sabe si su confesión o mejor dicho su afirmación sería prudente en aquel momento, recorre casi toda la casa y por fin decide no ocultar más su verdad.
Abre la nevera, saca jugo de mango toma un poco, mira de reojo a sus padres (aún espectadores de la respuesta) respira agitadamente produciendo un sonido fuerte, llena sus pulmones de aire y enfrenta la realidad que seguro resultaría vergonzante, decepcionante para sus padres que siempre habían visto a Sebas como el mayor orgullo.
se considera que entre un cinco y un diez por ciento de la población vive de forma homosexual o tiene sentimientos de ésta índole, que no se atreve a expresar abiertamente, a consecuencia de la presión social. Confirma Juliana Herrera, Psicóloga.
Sin más rodeos ni preámbulos, Sebastián se dispone a hablar, lo hace pausadamente ¿Será por miedo? Y casi entre los dientes empieza a hablar y confiesa lo que Rosario y Esteban no estaban esperando: “Sí, eh, soy homosexual, mami pero no llores que no pasa nada, todo está bien, yo me siento bien. Hace un año salgo con alguien, no había comentado el asunto, pues nunca he querido defraudarlos. Ojalá entendieran que es imposible seguir maquillando mi sexualidad con lo que no soy, ya no tengo miedo a sentir, he vencido mis temores a la gente, soy más libre, pues por fin dejé de esconderme de lo que en verdad sentía desde muy ni...”
Antes de terminar de pronunciar la palabra, don Esteban indignado, haciendo todo el esfuerzo posible por no llorar, lanza un golpe al rostro del joven, éste a su vez cae al piso mientras escucha los reproches e insultos de su padre: “Responda, responda, ya no puedo decir que como un hombre, pero por lo menos hacé eso o es que ni siquiera podés pelear”.
Su madre bañada en lágrimas, acude a la defensa de Sebas, pues la noticia le dolía, pero al fin y al cabo, no olvidaba su condición de madre, por lo pronto don Esteban demuestra con sus gestos desesperantes y ansiosos lo humillado que se sentía: “No sos un mariquita, decilo pues, no lo sos. ¿Cómo podés hacerme esto? ¿A caso que te ha faltado en la vida? ¿A caso no has tenido a un padre? ¿Qué va a decir la gente? ¿Qué he criado a un puerco marica?
Pero claro, vos ya elegiste esa cochina vida, entonces espero que si ya se metió en eso, lo afronte con todo, así que vaya organizando sus maletas y se larga ya mismo de esta casa (don Esteban temblando y con la cara un poco pigmentada manotea y habla en voz alta) no lo quiero volver a ver, ahora mismo Sebastián se va olvidando de que yo soy su padre. Me produces asco, desprecio es lo que siento por ti, nunca en mi familia hubo un marica, pero claro sabía que las compañías poco a poco te llevarían por ese camino de perdición”.
Las circunstancias externas influyen en las dificultades que implica el mostrarse abiertamente. Puede depender de la edad, del lugar donde se resida, del medio en que uno viva y trabaje. Seguramente también tiene que ver con el tipo de persona que uno es. Algunos están dispuestos a seguir su propio camino sin temer las reacciones del entorno. Opina la Psicóloga, Paola Quintero.
Mientras tanto doña Rosario ayuda a preparar las maletas de Sebas que permanece en silencio, sabe que no va a lograr mucho tratando de explicar lo que siente, pues su padre había crecido dentro de una cultura retrógrada que no concebía romper las reglas ya establecidas por la sociedad, pues don Esteban fue criado en una familia de supuestos valores que no admitían la unión de dos personas de un mismo sexo, pues las creencias católicas y culturales nunca le dejaron ver más allá de sus narices, y siempre se expresó de los gays como cacorros, maricas y hombres del mundo por lo redondo a los que siempre les mostró su repugnancia.
Con lágrimas recorriendo la mayor parte de su cara, Sebas se mira en su espejo en su ex espejo, cuida un poco de su apariencia física, da un profundo y largo abrazo a su madre y se dispone a partir, lo que menos le preocupa es el sitio a dónde ir, pues sabe que su compañero lo recibirá con gusto, pero en su corazón tiene impregnado un presentimiento extraño que no lo deja muy tranquilo, pero igual sabe que tiene que irse de allí, estos ya no parecian sus padres, este ya no era su ambiente, simplemente, esta ya no era su casa.
Pasaron los días, no fueron muchos realmente, quizás solo quince y en una mañana lluviosa, fría y tenebrosa don Esteban se levantó más temprano de lo normal, se paseó por cada uno de los rincones y espacios de la casa, a su vez doña Rosario lo observaba con atención. El padre de Sebas se sentó en la suave y confortable cama que unos días antes albergaba los sueños y las ilusiones de su muchacho, sí, ese del que años atrás se sentía tan orgulloso.
Miró sus fotos como añorando su pronto regreso, pero no, antes de pensar en esto, el padre se disponía a hacer realidad una despedida,
Su despedida.
Amor ¿Qué haces? ¿Lo extrañas, verdad? Déjalo regresar, esto no era lo que esperábamos del niño, pero igual no deja de ser nuestro hijo, Dios sabe como hace sus cosas, respetemos su decisión, ya cállate Rosario Sebastián no vuelve aquí por lo menos no lo va a hacer siempre y cuando yo esté vivo.
“Sé que a pesar de lo que era Sebas, mi esposo lo amó hasta el final, sólo que se sentía deshonrado, estábamos viviendo la realidad más terrible de la que siempre habíamos criticado, es que uno nunca puede decir que de esta agua no va a beber porque termina tomándosela toda.
El carácter de Esteban o mejor dicho su orgullo nunca permitió que mi hijo volviera a casa hasta que sucedió...”
Doña Rosario, apenas se expresa, no quisiera recordar ese acontecimiento que marcó su vida para siempre, pero intenta volver al pasado, pues sabe que soy la mejor amiga de su hijo y empieza a comprender que la triste historia y el espeluznante final en realidad me interesan.
“Hasta que sucedió ese acontecimiento horrendo del que todavía no puedo reponerme: Después de que Esteban se encontraba en la cama de Sebas, yo me disponía salir a la tienda, él me miró con sus ojos tristes, que no brillaban ni la mitad de lo que brillaban normalmente, sentí un frío que heló mi corazón y de forma paradójica quemó mi cuerpo, mi vellos se erizaron como presintiendo el final de lo que en verdad era el inicio de una tragedia”.
De forma acelerada, doña Rosario abre la puerta de su casa, pues quería preparar el desayuno para su esposo antes de que este se desesperara, oh Dios la sorpresa más desagradable de su vida, la más dolorosa quizás.
Entró, miró en la sala, abrió el baño con desesperación, no tardó mucho en darse cuenta que Esteban, ese hombre prepotente que no pudo perdonar a su hijo, yacía tirado en la cama de Sebas, boca arriba, con sus ojos entre abiertos y con un impacto de bala en su cabeza que había terminado con su vida, con sus manos, aprisionaba contra su pecho una tierna fotografía de su hijo, de ese gran Sebastián que algún día lo hizo sentir grande, pero que luego lo hizo sentir despreciable, tanto así como para quitarse la vida ¿No soportó la humillación que todo esto le provocó? ¿El amor por su hijo era tan poco que optó en tomar la decisión más fácil? ¿A caso en realidad lo más fácil no era entender las inclinaciones de Sebas? Lo cierto fue que don Esteban no resistió eso que lo hizo tan infeliz, pues su hijo, el amor de sus amores, ese al que le profesaba su amor a los cuatro vientos, lo había defraudado de la forma que él más detestaba y dejó a unos hijos sin padre y a una mujer sin esposo.
No tuvo las agallas suficientes como para adaptarse a esta cultura que ha traído grandes cambios y estilos de vida en la existencia del hombre.
Sin lugar a dudas a veces la cobardía humana es más grande que el amor.
“Aló ¿Sebas? Sebas hijo, vente para la casa, mi amor tu papá se me está muriendo (en realidad ya estaba muerto) no, estoy desesperada ¿Qué voy a hacer? ¿Qué vamos a hacer? Nos quedamos sin él mi amor, nos quedamos sin él.
Sebas asistió al funeral de su padre y más que flores, llevó una carta que escribió días antes de que él muriera. Las flores no reviven, los papeles o las cartas si que menos, pero el joven lleno de dolor y de culpa un poco, puso su escrito al lado de la tumba de ese ser que un día le diera la vida y al que un día admiró de corazón, pero que nunca supo entender sus verdaderas preferencias sexuales.
Los psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud mental concuerdan que la homosexualidad no es una enfermedad, desorden mental o problema emocional. La investigación científica objetiva durante los últimos 35 años demuestra que la orientación sexual, por sí o en si misma, no se asocia con problemas emocionales o sociales. En el pasado se creyó que la homosexualidad era una enfermedad mental pues los profesionales de la salud mental y la sociedad tenían información tendenciosa. Dice Juan Fernando Alzate, Médico General del Hospital Pablo Tobón Uribe.
“Papi, a pesar de que no me aceptes tal y como soy, yo te extraño y cómo negarlo, pues hasta te entiendo, sé que no es fácil asimilar que de la noche a la mañana el único hijo varón, se siente atraído por otro hombre. No sé qué más escribirte, creo que es mejor decírtelo viéndote a los ojos, es que me dan cosquillas en la panza de solo imaginar el día en que vuelvas a quererme y por mi me aceptes con esta, que para ti es mi debilidad.
No sabes lo mucho que te amo, si te amo a pesar de todo, aunque no quieras volver a verme, aunque estorbe en tu casa, aunque me sigas despreciando por ser un marica o cacorro como tú nos dices, ojalá que pase el tiempo y yo siga siendo para ti, el gran Sebastián, ese al que tú amabas y apoyabas en los triunfos y derrotas y al que hacías dormir en el rincón cuando mamá no podía hacerlo. Me diste la vida, es mi vida y tú no puedes pretender vivirla.
En nada he cambiado, soy sensible y humano de eso te sentías orgulloso entonces tú por qué no puedes serlo conmigo?
Soy el mismo ¿Sabes? Aún me da miedo de la oscuridad y deseo tenerte, si, siempre a mi lado animándome con palabras de fortaleza y vida, extraño ver esa cara enojada que ponías cuando me demoraba largas horas en el baño jugando con agua.
Si tan solo pudiera tenerte y decirte que aún te amo”.
El educar a todo el mundo sobre la educación sexual y la homosexualidad probablemente disminuye el prejuicio e contra de los gays. La información exacta sobre la homosexualidad es especialmente importante para los jóvenes que se esfuerzan por comprender su propia sexualidad. Insiste Juliana Herrera.
Sebastián Ríos volvió finalmente a su casa, empezó a vivir una nueva etapa al lado de su madre y su hermana, claro, pero nunca será lo mismo, en su hogar lujoso, elegante, con grandes objetos materiales, falta algo muy importante,
La presencia de su padre.
Este hombre prepotente, orgulloso, de cometarios risueños y frescos ha dejado un vacío inmenso en el corazón de esta familia que a pesar de todo no deja de extrañarlo.
Sebas continúa su vida normalmente, por lo menos eso es lo que demuestra y día tras día sigue descubriendo todas las facetas de su verdadera identidad, sabe que lo más importante del mundo es defender sus propios intereses, sin lastimar los ajenos, es lo que eligió y lo que lo hace feliz, aunque por destapar su verdad, haya perdido a su padre.
Su calidad humana y los valores que lo han caracterizado siempre, seguramente harán que doña Rosario, sienta orgullo de su hijo, así como en otros tiempos se sintió su padre.
La sexualidad puede expresarse de distintas formas en distintas fases de la vida. Los hombres o las mujeres homosexuales no son enfermos ni delincuentes. Los prejuicios que hacen del homosexual una víctima condenada al desprecio y a la discriminación, enmascaran el miedo social al descubrimiento de la diversidad humana. Concluye Paola Quintero.